- Países
- España
- Distancia
- 550 km
- Duración
- 10 días
- Terreno
- Prácticamente llano con alguna gran subida
- Dificultad
- Media
- Año
- 1994
- Fechas
- 21 Sep 1994 al 1 Oct 1994
Ésta fue nuestra primera ruta de larga distancia.
Después del éxito del Xacobeo 93, a finales del verano siguiente y libres de la masificación de peregrinos y turistas, decidimos realizar un viaje siguiendo el Camino de Santiago.
El recorrido se desarrolla en parte por la Cañada Real conocida como Vía de la Plata, aunque comenzamos en Zamora y no en el sur de la Península, y enlazamos con el Camino Francés a partir de Astorga.
Aunque es bien sabido que el Camino de Santiago acaba en Santiago de Compostela, nosotros prolongamos el viaje hasta Vigo, siguiendo el Camino Portugués, pero en sentido opuesto.
Todo ésto durante 10 días de viaje bajo sol y lluvia del 21 de septiembre al 1 de octubre.
Zamora – Moreruela de Tábara
Zamora, 1º día
Llegamos en un regional desde Vigo a la estación de tren de Zamora. El viaje es larguísimo, pero no hay otra forma de llegar; porque el Talgo sólo va a Madrid.
En todo el viaje no vemos un alma, posiblemente fuésemos los únicos que viajaban en todo el tren.
En Zamora decidimos hacer una pequeña visita por la ciudad y de paso nos acercamos al Ayuntamiento para que nos sellen la hoja de Certificación de Paso. El «Pasaporte» del Peregrino.
A la tarde salimos por la carretera a Benavente y pasados Montamarta nos desviamos a Tábara.
A eso de las nueve de la noche llegamos al pueblo.
Nos reciben los vecimos con tracas y alboroto y nos invitan a cenar.
Moreruela de Tábara, 2º y 3º día
Nos dedicamos a conocer Moreruela de Tábara, sus gentes, los campos de girasoles y el embalse del río Esla.
Moreruela de Tábara – Boya
Salimos temprano hacia Tábara. El terreno es totalmente llano, ni la más mínima cuesta. Atravesando campos y encinares pinchamos 3 veces seguidas en menos de una hora. Los cardos secos, que eran como agujas, atraviesan los neumáticos y, en vista de que era la historia de nunca acabar, decidimos abandonar la aventura y nos vamos a la carretera. En un taller compramos unas cuantas cámaras y parches en previsión de más pinchazos.
El terreno deja se ser llano por momentos a medida que nos acercamos a la Sierra de la Culebra. El ascenso es brutal, como el de un puerto de primera de la Vuelta Ciclista, pero llegamos a la cumbre. Queda inmortlizado el momento con la foto en el Puerto Alto de Carmona de 1.012 m.
La bajada es rápida hasta Sesnadez de Tábara.
Continuamos por la zona de Aliste hasta que, ya a la noche, llegamos a Boya.
No hay nadie por las calles del pueblo y no sabemos a donde ir, así que montamos la tienda en un campo de fútbol.
Boya – Astorga
Aunque los días son calurosos, las noches son muy frías y como la tienda no estaba resguardada del viento, amanecimos congelados.
La estampa parecía de Expediente X: 6 A.M., había algo de luz, pero el sol no se veía aún. Mucho viento y frío. La tienda iglú en medio del campo de fútbol, resplandeciente por la linterna que había dentro. Nosotros estábamos fuera, con los chubasqueros para resistir el viento, viendo la situación y unos paisanos a lo lejos nos observan desde una casa cercana. «Coño María, han aterrizao unos extraterrestres de esos de la tele, en medio de la era».
Igual que aparecimos, desaparecimos.
Finalmente salió el sol y la temperatura se hizo agradable.
Nosotros continuamos hacia el norte, hasta que finalmente llegamos a Astorga (830 m).
Allí nos dirigimos a un colegio público que tenía residencia y pudimos dormir cómodamente en unas literas.
Un buen tazón de cacao, unos mantecados y a dormir.
Astorga – Ponferrada
Al igual que para cenar, para desayunar, un buen tazón de cacao, unos mantecados y a seguir camino que es otro día.
No amanece muy bueno y a medida que pasan las horas el tiempo se pone peor. Hay algo de llovizna que acaba convirtiéndose en lluvia.
El terreno sigue siendo bastante llano, aunque se nota algo una leve pendiente sin importancia, pero nada más.
Pero cuando nos acercamos a Rabanal del Camino (1.150 m) se empieza a acentuar la pendiente, y es en la Cruz de Ferro (1.504 m), pasado Foncebadón (1.430 m), el punto cumbre. La cruz no es más que un largo palo clavado en el suelo y que en su punta tiene una cruz de hierro. Es típico que los peregrinos dejen una piedra sobre su base como testimonio de su paso.
Hemos dejado atrás la Maragatería y estamos ya en el Bierzo. Comienza el descenso.
Llegamos a Molinaseca (600 m), donde hacen una fiesta del agua muy particular en la que inundan parte del pueblo.
Al final del día llegamos a Ponferrada (510 m) y allí pasamos la noche.
Ponferrada – O Cebreiro
Está lluvioso. Se nota la cercanía con Galicia. El paisaje no es tan seco como en Zamora, es más verde. Y teniendo en cuenta que es casi octubre, es normal que llueva.
Aún así, hay claros y podemos pedalear sin problemas.
Paramos en Cacabelos (460 m) y degustamos algunos productos típicos en la casa de Prada a Tope.
A media tarde el tiempo vuelve a estar revuelto y caen algunas gotas, pero cuando ya estamos ascendiendo al Cebreiro la lluvia es insoportable y tenemos que parar.
Casi de noche y en medio de la niebla, llegamos al albergue de O Cebreiro (1.320 m).
Una suculenta cena y a dormir.
O Cebreiro – Portomarín
Igual que el día anterior, la cumbre está rodeada de niebla.
Salimos con precaución y vemos como la niebla se despeja a medida que dejamos el pueblo. Ya en la carretera la visibilidad es buena.
El descenso es rápido y aunque la carretera es muy ancha, preferimos seguir por el camino que marcan las ‘conchas del peregrino’.
El sendero es estrecho y la lluvia lo había convertido en un barrizal, pero no nos importa porque la aventura es la aventura.
Al llegar a el Hospital de la Condesa (1.275 m) hacemos un alto para tomar un refresco. A diferencia de la cumbre, esta zona estaba soleada y hacía algo de calor.
Seguimos nuestro camino, no sin hacer paradas para visitar sitios relevantes.
En Samos, por ejemplo, hay un monasterio del siglo VI, uno de los más antiguos de Occidente.
En Sarria (480 m.) se puede ver el convento de la Magdalena, del siglo XIII.
A eso de las 22 h llegamos al albergue de Portomarín (370 m). En realidad es el nuevo Portomarín, porque el antiguo está bajo las aguas del embalse de Belesar desde 1962.
Esta había sido una de las etapas más largas, si bien nuestra guía del camino en bici ponía el fin de etapa en Sarria, nosotros íbamos a nuestro ritmo e hicimos 20 km más.
Portomarín – Santiago de Compostela
Ésta va a ser la última etapa de la primera parte del viaje.
Al igual que la anterior, también va a ser bastante larga.
Lo normal es hacer O Cebreiro – Sarria (41 km), Sarria – Palas de Rei (47 km) y Palas de Rei – Santiago (69 km); pero nosotros lo hicimos en dos etapas de 62 km y 95 km descansando en Portomarín.
Si bien este último tramo hasta Santiago fue mayor que el anterior, el terreno es más llano y más fácil de hacer.
Cerca de Palas de Rei (560 m) se puede visitar el Castillo de Pambre, fortaleza que data del siglo XIV.
Más adelante se cruza por el puente de Leboreiro, pueblo en el que todavía se aprecia su origen medieval.
En Melide (470 m) hay también edificaciones del siglo XIII como la portada de la iglesia románica de San Pedro, que pertenece a la actual Capilla de San Roque. Junto a ésta está uno de los cruceiros más antiguo de Galicia, obra del siglo XIV.
En Arzúa (370 m) hay muchas referencias jacobeas, pero lo que no podéis dejar de hacer es probar sus famosos quesos.
Finalmente llegamos a Lavacolla (290 m). Según nos cuenta un paisano, en un regato que pasaba por aquí, los peregrinos se lavaban de cuerpo entero incluyendo sus partes pudientes, para llegar presentables a la catedral. De ahí su nombre, lava-collóns.
Otras fuentes más serias nos dicen que el nombre proviene del ‘Lavamentula’ del Codex Calixtinus.
Sea cual sea el origen, nosotros no nos lavamos, ni falta que nos hacía, así que seguimos.
En San Marcos bordeamos las instalaciones de la Televisión de Galicia y después llegamos al Monte del Gozo (395 m).
Estábamos ya en las afueras de Santiago de Compostela (300 m). Hasta que finalmente teníamos el pórtico de la Gloria ante nuestros ojos.
Visitamos la Catedral y en la Oficina del Peregrino nos dieron la Compostelana.
Posiblemente alguno se pensará que es necesario un motivo religioso para hacer este viaje, pero no es necesario. El hecho de hacer el Camino es satisfactorio de por sí, desde el punto de vista cultural, humano o turístico, se visitan muchos pueblos, conoces gente, estás en contacto con la naturaleza, y si además dispones de una amplia red de albergues, muchos de ellos gratuitos, ¿qué más se puede pedir?
Esa noche fuimos acogidos en la casa de nuestro amigo Picholeiro. — Fernando, si por casualidad lees esto, escríbenos un e-mail, que perdimos tu teléfono. —
Santiago de Compostela – Caldas de Reis
El objetivo principal del viaje lo habíamos cumplido, pero ya que sólo separan unos 75 km de casa, ¿por qué no seguir en bici?
Para ello planeamos la ruta según el trazado del Camino Portugués en sentido inverso.
El recorrido que elegimos fue por carretera en su mayor parte (la N-550), y la verdad, es lo peor que se puede hacer. Esta carretera está muy transitada y continuamente se oyen pasar coches. Además de ser molesto por el ruido, puede llegar a ser peligroso.
En Iria Flavia, poco antes de Padrón, visitamos la Colegiata y sus alrededores y también la Fundación Camilo José Cela.
Llegados a Padrón visitamos la casa museo de Rosalía de Castro.
Seguimos camino hasta llegar a Caldas de Reis. Era ya muy tarde y desconocíamos si había algún albergue, así que nos dirigimos a las orillas del río Umia, a un parque que hay en el pueblo. A finales de septiembre y a la orilla de un río, más humedad no podía haber, pero en algún sitio teníamos que montar la tienda.
Caldas de Reis – Vigo
Por supuesto que esa mañana no nos despertaron los pajaritos con sus trinos. Dos agentes de la benemérita hicieron los honores y nos tuvimos que marchar porque la acampada libre no está permitida, no sin antes pasar por la fuente de aguas termales, con sus dos leones que echan agua desde 1881. El agua nos ayudó a recuperarnos del frío de la noche.
Unas horas más tarde estábamos en Pontevedra, después llegamos a Pontesampaio y cruzamos su puente medieval.
Ahora, sólo nos quedaba seguir la Ría de Vigo para llegar a casa.
Pasamos por O Viso, continuación por Redondela y por último Vigo.
Imagen de portada de http://www.santiagoturismo.com
Esta ruta recorre España, Galicia