- Países
- España
- Distancia
- 385 km
- Duración
- 9 días
- Terreno
- Grandes subidas
- Dificultad
- Media
- Año
- 1999
- Fechas
- 31 Jul 1999 al 8 Ago 1999
Esta fue nuestra última ruta por la costa gallega.
A diferencia de las dos rutas anteriores, esta vez sufrimos las inclemencias del tiempo y más de una pájara debida al esfuerzo originado por alguna de las pendientes, siendo el caso más extremo cuando subimos de San Andrés de Teixido, casi al nivel del mar, hasta «A Garita da Herbeira» en lo alto del acantilado más elevado de Europa continental, a 613 m sobre el nivel del mar.
Partimos de A Coruña el 31 de julio y 9 días después, el 8 de agosto, llegamos a Ribadeo, pueblo fronterizo con el Principado de Asturias y vecino de Vegadeo.
Recorrimos un total de 385 km.
A Coruña – Sada
Mini etapa para calentar motores.
Después de una larga noche en el superconcierto en la playa de Santa Cristina con Mike Oldfield, The Coors y Luar na Lubre, en el que según la TV hubo 150.000 asistentes, amanecimos algo cansados, así que decidimos no hacer muchos kilómetros.
La salida de A Coruña es algo peligrosa, la carretera es de varios carriles y los coches pasan como balas, así que mucho cuidado.
Fuimos rumbo a la famosa marina coruñesa, zona turística en verano por su buen clima. Son conocidos sus balnearios y las casas acristaladas de estilo modernista.
Al anochecer llegamos a Sada, donde nos quedamos en el camping que hay en plena playa.
Sada – Mugardos
Cruzamos la ría de Betanzos en dirección a Miño.
Después pasamos por Bañobre, Perbes y Pontedeume, donde desemboca el río Eume, ¡claro! Allí hacemos un descanso.
Esta villa medieval cuenta con numerosos rincones de interés: el puerto, la calle Real y su pórtico, por el que pasa el Camino de Santiago, la iglesia del siglo XVI, la lonja del puerto de 1763, el torreón, los restos de la fortaleza de los Andrade, etc.
De nuevo cruzamos otra ría, la de Ares y en vez de ir hacia Fene, vamos hacia Mugardos.
Nuestra idea es siempre ir lo más cercano al mar y lejos de carreteras muy transitadas.
Finalmente pasamos la noche en Mugardos.
Mugardos – Meirás
Por aquel entonces el puente de las Pías estaba en obras, después de que un barco chocase con él, y como no nos apetecía ir hasta Fene (justo en el inicio de la ría), decidimos cruzar en barco desde el puerto de Mugardos.
Llegados a Ferrol damos una vuelta por la ciudad y nos acercamos hasta la estatua de Franco, unas de las pocas que quedaban en España. Digo quedaban porque en el 2003, igual que pasó con la de Lenin o Sadam Hussein, también la quitaron, 30 años tarde, pero más vale tarde que nunca, ¿o no?
Dejamos atrás la ciudad en dirección al Castillo de San Felipe, de allí vamos hasta el cabo Prioriño, desde donde se ven las rías de Betanzos y A Coruña.
De Prioriño a Prior y tiro porque me toca.
Al final del día llegamos a Meirás, Valdoviño y allí nos alojamos en un camping.
Meirás – Cariño
Esta es quizás una de las etapas más duras que hayamos hecho.
El terreno discurre por la Serra de «A Capelada», con continuas subidas y bajadas. El momento cumbre fue cuando ascendimos al acantilado más alto de Europa, A Garita da Herbeira, eso si no consideramos los fiordos noruegos.
Dejamos Meirás de mañana recorriendo el camino paralelo al mar. Las playas son inmensas, kilométricas, de arena fina y el oleaje es fuerte.
Poco antes de la playa de Cedeira, está la de Pantín. Punto de encuentro obligado para surfista de medio mundo.
En Cedeira se encuentra el último puerto de la costa hasta llegar a Cariño. Todo el tramo es de imponentes acantilados.
El pueblo de Cedeira tiene mucha historia, su origen es anterior a los romanos y se conservan restos de la época como espadas, lanzas y restos de las murallas de un antiguo castro. Hay también una iglesia del siglo XV y está el castillo de la Concepción con sus cañones que defendían la entrada a la ría.
La tradición marinera es muy importante y existe una plaza con una estatua a la mujer del pescador, ya que muchas son las viudas de marineros muertos en tan peligrosas aguas.
Después de Cedeira nos dirigimos a San Andrés de Teixido. Como dice el refrán, «quen non vai de morto vai de vivo«. Nosotros llegamos vivos, pero nos costó. Durante kilometros subimos hasta que llegamos al desvío al pueblo y comenzamos el descenso. Las curvas eran continuas y debíamos ir frenando todo el rato para no salir despedidos. Finalmente llegamos, el pueblo es pequeño y, la verdad, no vale la pena el esfuerzo, pero será mejor que lo comprobéis vosotros mismos. A lo mejor os gusta.
En el ambiente se respira superstición, unos vecinos actúan como mendigos, pidiendo limosna, otros venden figuritas de miga de pan pintada de colores.
Recordad, no piséis ningún animal por muy insignificante que parezca, puede ser la reencarnación de un alma que no visitó el pueblo mientras vivía …
Acabada la visita volvimos monte arriba. La gente nos miraba con cara rara, no creían que pudiésemos llegar al alto en bici. La verdad es que hay que tener los huevos cuadrados para hacerlo, pero si alguien lo tenía que hacer, esos éramos nosotros. Para colmo, alguno se picó y comenzó a pedalear como un poseso.
Un par de horas después llegamos a lo alto, al mirador de la A Vixía da Herbeira, a poco metros del acantilado.
La altura es de 600 metros y desde allí se puede observar toda la inmensidad del mar y el parque eólico que siembra toda la sierra.
Podéis ver algunas fotos en este enlace de challenge-big.eu
Un merecido descanso y proseguimos, ahora monte abajo hacia Cariño. De nuevo la carretera es sinuosa y el descenso se hace muy rápido y peligroso. Hay que tener cuidado con los caballos salvajes, porque a veces cruzan la carretera y os puede pasar como a nosotros que casi chocamos con uno.
Al llegar a Cariño montamos las tiendas.
Cariño – O Vicedo
Cariño es un pueblo marinero con contrastes. Tiene la costa acantilada más alta de Europa, pero a la vez, al estar en la Ría de Ortigueira, tiene unas playas magníficas de arena fina.
Salimos de Cariño hacia Ortigueira, que posiblemente a muchos os suene por su Festival Internacional de Música Celta, que en ese año, 1999, cumplía su 20 aniversario.
Seguimos hasta llegar a Estaca de Bares donde se puede visitar el «Semáforo», un antiguo mirador de la Marina, hoy abandonado, y también se puede ver el faro que está en el cabo que da nombre al pueblo.
Continuamos por la Ría de O Barqueiro, el pueblo del mismo nombre, y finalmente acampamos en O Vicedo.
O Vicedo – Foz
Nos dirigimos a Viveiro y lo primero que vemos al llegar a la villa es la Puerta Mayor que data de 1548.
Después de visitar los rincones típicos del pueblo salimos y seguimos camino. Pasamos por el polígono de San Cibrao, que es como otro cualquiera, salvo el detalle de las hectáreas de terreno rojo donde almacenan bauxita de la que extraen aluminio.
Después llegamos al concello de Cervo. Es aquí, y concretamente en Sargadelos, donde está la famosa fábrica de porcelana, fundada por el marqués Antonio Raimundo Ibáñez, quien era amigo de Goya. Pero la gente no lo veía con buenos ojos, ya que decían que era un afrancesado y finalmente lo mataron en 1809. Recordemos que en esos años discurre la Guerra de Independencia con Francia. La fábrica se cerró en 1875 y volvió a ser reabierta en 1963. Hoy en día se puede hacer un tour por las instalaciones y ver como se elaboran las piezas.
Hacia media tarde pasamos por Burela, famosa por la fiesta del bonito que se celebra el primer fin de semana de agosto, después pasamos por Nois y finalmente llegamos a Foz, donde hicimos noche en un camping.
Foz – Ribadeo
La ruta está pronta a finalizar.
Este quizás haya sido uno de los tramos más rápidos del viaje. Nuestras piernas ya están habituadas a pedalear y el hecho de que el terreno es llano, ayuda mucho. Así que antes del mediodía ya estamos en Ribadeo.
Por otra parte este tramo es aburrido. Vamos por la carretera general y no hay más que coches que pasan muy rápido y, aun por encima, están en obras y apenas hay arcén, con lo cual tenemos que ir por el medio. Por suerte no hubo que lamentar víctimas.
En Ribadeo montamos la tienda en un camping que hay un par de kilómetros antes de la entrada del pueblo. Desde allí damos un paseo por los alrededores y por el centro. Vamos de tapas y nos tomamos unas cuantas de pulpo, muy típico de la zona y que ensalzan en las Fiesta del Pulpo.
Por la noche, igual que habíamos hecho el día anterior, salimos de marcha. El ambiente es alucinante, gente por todos lados, la cosa llegó a tal punto que al día siguiente salió en los noticiarios de la comunidad que los vecinos se quejaban de la cantidad de gente y ruido que había todas las noches. ¡Si es que donde vamos la liamos! 🙂
Esta ruta recorre España, Galicia