- Países
- Dinamarca y Suecia
- Distancia
- 700 km
- Duración
- 16 días
- Terreno
- Llano
- Dificultad
- Baja
- Año
- 2003
- Fechas
- 31 Jul 2003 al 15 Ago 2003
De nuevo de vuelta en la carretera y el destino fue Dinamarca, uno de los países del mundo con las mejores infraestructuras para practicar el cicloturismo, además de una orografía que facilita mucho la labor. Para el que haya estado en Holanda, decir que hay tantos o más carriles bici, y que todo es completamente llano.
Con salida y vuelta a Copenhague, durante 16 días, del 31 de Julio al 15 de Agosto, recorremos prácticamente toda Dinamarca de Norte a Sur y de Este a Oeste, siguiendo más o menos la costa, aunque no sólo usamos la bicicleta (unos 700 km.), también el tren, el metro, el autobús o el ferry fueron otros de los medios de transporte, y por supuesto el avión para volver a casa.
El recorrido lo planificamos sobre el mapa que solicitamos en la web de los Danhostels y en muchos tramos seguimos el trazado de la Ruta de la Margarita, también otras rutas cicloturísticas que cruzan el país y sobre todo visitamos los lugares de mayor interés que recomienda la Guía Azul de Dinamarca, aunque por falta de tiempo no fue posible hacerlo todo en bici y por eso tuvimos que recurrir al tren. Lo más chocante, quizás condicionados por las estampas de renos y nieve de los folletos de las agencias de viajes, fue el sofocante calor, llegando a ser de casi 30º C a las 22 h y la decepción de no ver ni un sólo reno.
København – Store Heddinge
København, 1º día
Aterrizamos en Copenhague (København) un caluroso 31 de Julio de 2003. Como no podía ser de otra manera, las bicis llegaron con retraso, vía Palma de Mallorca, y tuvimos que esperar durante varias horas en el aeropuerto. Como estábamos casi en fin de semana, decidimos aprovechar esos días para visitar la ciudad y salir de noche. Comprobamos que el tópico de que la gente del norte es aburrida no es del todo cierto, en las calles hay bullicio a todas horas, la gente se reúne en las plazas y bebe cerveza mientras tocan músicos callejeros. De noche las discotecas cierran tarde, después de las 6 y así de jueves a sábado. Aunque hay que tener en cuenta el precio del alcohol, una cerveza o un Breezer vale 6 € y no existen los cubatas como los de aquí, lo máximo es un cóctel de refresco + 5 cl de whisky por 6 €.
La plaza del ayuntamiento de Copenhague (Rådhuspladsen) es el principal punto de encuentro, desde aquí se puede ir a la zona de marcha, a Stroget, la calle peatonal más larga del mundo, al Tívoli y a muchos museos cercanos. En realidad Stroget son 5 calles: Frederiksberggade, Nygade, Vimmelskaftet, Amagertorv y Østergade.
Esa noche en el danhostel conocemos a Rodrigo, un portugués que estaba en la ciudad para hacer un curso de verano.
Recomendamos que siempre que vayáis a hacer un viaje como éste, al menos reservéis para la primera noche que paséis en el país, y con bastante antelación, porque en verano es muy difícil encontrar alojamiento. A través de la web de los danhostel lo podéis hacer.
København, 2º día
Seguimos de visita cultural por la ciudad. Comenzamos subiendo a la Torre del Ayuntamiento (Rådhus), donde compramos la Copenhagen Card de 24h. Con esta tarjeta tenemos transporte gratis y entrada reducida o gratuita a muchos museos y atracciones de la ciudad y de los alrededores. Todo por 159 DKK.
Visitamos también la exposición de Verner Panton en el DDC. Estuvimos en el parque Churchill, con la Sirenita, y allí nos encontramos al amigo Rodrigo, después nos fuimos a dar un paseo en barco por los canales. Para cenar elegimos un kebab en Stroget, se llama Shawarma Grill House. Os lo recomendamos si buscáis un sitio bueno y barato.
Después, de nuevo de marcha por el centro y también por la zona de Nyhavn, donde es típico que la gente se reúna temprano a beber a las orillas del canal.
Esa noche dormimos en el camping de Bellahoj. Es realmente asqueroso. Debimos haber reservado por más días en el albergue, pero ya era imposible porque ya no había plazas en ninguno de los dos danhostels que hay en la ciudad.
København, 3º día
De nuevo visita cultural, el castillo de Rosemborg, la Galería Nacional y después la fábrica de Carlsberg, donde seguir un tour por la historia de la cerveza y que finaliza en el bar, donde te invitan a dos pintas a elegir entre las variantes de Carlsberg y Tuborg, rubia, tostada, etc.
De vuelta en el camping nos enteramos de que la mañana había sido movidita. La policía tuvo que ir a desalojar a una familia de gitanos que se había liado a tiros con una familia rival. Allí quedaban los restos de la batalla, una caravana con los cristales rotos, un Mercedes ML, otro SL 600, y otro S 500 y dos BMW 750. ¡El valor de los coches alcanzaba el millón de euros!
Al llegar la noche de marcha otra vez y nos fuimos de gira a Christiania. Éste es un pequeño barrio donde se puede encontrar todo tipo de souvenir hippy o rasta, pipas y demás cachivaches para fumar hachís o maría, que venden en la calle en tenderetes como quien vende tomates en la feria del pueblo. Sentimos no traer pruebas gráficas ni de otro tipo porque prohíben terminantemente hacer fotos.
København, 4º día
Al mediodía nos levantamos y deshicimos el campamento. ¡Ahora comienza el viaje de verdad!
Seguimos la línea del mar, vamos hacia el sur, en dirección a Køge, donde llegamos sobre las 19 h y aprovechamos para descansar y visitar la Casa Museo, que data de 1619 y en una calle cercana vemos la casa más antigua del país de 1527. Reanudamos el viaje y continuamos hasta llegar a Store Heddinge, casi a las 22 h. Como ya se había hecho de noche y hacía frío, pernoctamos en el danhostel del pueblo.
Store Heddinge – Møns Klint
Nos levantamos temprano y continuamos hacia el sur. Los acantilados de la isla de Møn eran nuestro objetivo. Por el camino hicimos un descanso en la playa de Fakse Ladeplans, que tiene bandera azul. En esta zona se puede bañar uno con más tranquilidad que en el área de Copenhague a Køge, zona poco recomendable para el baño debido a la alta contaminación. Es curioso el tema de las banderas azules, en España, al menos en Galicia, para que una playa tenga bandera azul, además de las condiciones del agua, es requisito tener servicios como ducha y un puesto de socorristas. En Dinamarca no hay duchas y en vez de socorristas ponen un chaleco colgado de un palo para que el que lo necesite lo coja.
Una vez llegado a la isla de Møn es casi obligado parar en Stege, y si os coincide estar a la hora de comer parad en el Stig’s Slagterforretning, una tienda donde podéis comprar una gran variedad de carnes adobadas, smorrebroads y ensaladas. Si queréis, podéis pedir que os preparen la carne y tomarla en un jardín que hay en la parte de atrás. Después de comer y echar una buena siesta, al salir del pueblo, cruzamos por debajo de la Molleporten, que en su día fue una de las puertas de la muralla que en la Edad Media protegía Stege.
Proseguimos cruzando la isla hasta que, ya de noche, llegamos al camping de Møns Klint.
Møns Klint – Nakskov
A las 8 AM ya estamos en pie, los acantilados nos esperan.
A 10 minutos del camping está el acceso al Parque Nacional de Møns Klint. Dejamos las bici en la zona de recreo y, siguiendo una larga escalera que transcurre entre el bosque, descendemos unos 100 metros hasta alcanzar la playa. Desde abajo vemos una gran pared caliza que en su punto más alto alcanza los 128 metros. Después de la obligada sesión fotográfica, regresamos a por las bicis. Si bajar nos llevó 10 minutos, subir unos 20, con parada obligada para tomar aire.
Volvemos todo el camino hacia atrás, en dirección a Stege, pero esta vez seguimos de largo. El calor es sofocante, ya lo fue desde el primer día, superándose los 35º, algo con lo que no contábamos en estas latitudes, pero lo peor de todo fue el viento, que en los últimos kilómetros era muy fuerte y nos hizo perder más de una hora.
Llegamos a Bogø y en un pequeño ferry cruzamos hasta la orilla de Falster. Lo único curioso de Bogø, además de que allí está la fábrica de chocolates Bogø, la más famosa del país, es un molino del siglo XIX de aspecto similar a los de Holanda.
Continuamos a lo largo de la isla de Falster y al llegar a Nykøbing F (la F es de Falster, para diferenciarse de otros pueblos con el mismo nombre) como ya eran las 20 h decidimos coger un tren que nos llevaría a Nakskov, o al día siguiente no podríamos coger el primer ferry a Langeland. Sobre las diez de la noche montamos la tienda en el camping. Como siempre, todo cerrado y no tenemos donde cenar ni comprar un bocadillo.
Nakskov – Marstal
Amanece un nuevo día y aprovechamos para ir a la recepción del camping y comprar el desayuno, y nos vamos a la playa que está justo detrás y hacemos la foto de rigor.
Del camping nos dirigimos a ver el submarino-museo que hay en el puerto, el U359 que estuvo en el conflicto de Bahía Cochinos, en Cuba, durante la Crisis de los Misiles y que pertenecía a la antigua URSS. La verdad es que visto de cerca es pequeño y si entras aún lo parece más, pero está bien como curiosidad si nunca has entrado en cacharros de éstos.
Se acaba la visita histórico-cultural y salimos pitando hacia Tårs, a sólo un par de kilómetros de Nakskov. Allí es donde se puede coger el ferry a Spodsbjerg, en la isla de Langeland. La travesía es tranquila, tan sólo 45 minutos.
Cruzamos la isla en bici en menos de una hora y al llegar a Rudkåøbing tomamos otro ferry a Marstal, en la isla de Ærø. Esta vez la travesía demora 1 hora y 5 minutos.
A eso de las 20 horas vamos a la playa de Marstal y hacemos alguna fotos. Unas de ellas a las caseta típicas de la zona, que podréis ver en el catálogo oficial de turismo de la isla. Al igual que en otras playas y camping, en estas casetas de madera, de menos de 10 m² las familias pasan el fin de semana o algunos días de vacaciones. Puede chocar que estén en plena playa pública, pero aquí la gente respeta mucho la naturaleza y no son una amenaza para el medio ambiente. La construcción es en madera pintada de vivos colores y el tejado es como el de las casas tradicionales de la campiña danesa, de hierba seca, que suponemos de la cebada.
Después de un baño, regresamos al danhostel a preparar la cena y reponernos para el siguiente día.
Marstal – Skjern
Amanece en Marstal y nosotros nos levantamos con el cantar de los pajarillos en la ventana. Æerø es una isla pequeña, así que en poco más de una hora la cruzamos hasta la otra punta y llegamos a Søby. Desde allí se pueden coger dos ferrys, a Fionia (si queremos ir a Odense) o hasta Als, que es la opción que elegimos.
En el ferry nos hacemos unas fotos con una pareja de abuelos muy simpáticos y tomamos el sol. Poco más se puede hacer en la hora que dura la travesía.
Al llegar a Mommark, ya en la isla de Als, pinchazo. El calor de la travesía revienta un neumático, así que perdemos tiempo reparándolo.
Cruzamos la isla de Als y después el puente que nos lleva a la península de Jutlandia. Proseguimos pedaleando hasta Sønderborg, allí cambiamos de medio de transporte por el tren, que nos lleva a un pueblecito que se llama Tinglev.
Destacamos de Sønderborg dos detalles, uno su aspecto, bastante moderno aunque sea de origen medieval, porque durante la guerra con Prusia, en 1864, fue el blanco de las bombas, y el otro detalle es que la ciudad está dividida en dos partes, una en Als y otra en la península.
Volvemos a coger las bicis y seguimos paralelos a la frontera alemana, continuando hasta Tønder. Su historia, también ha sido muy agitada por su situación fronteriza, ha sido prusiana, alemana y danesa.
Desde Tønder salimos en el tren con destino a Ribe, la ciudad más antigua del país, y se fecha en el año 700 DC la existencia de un mercado que atraía a mercaderes, artesanos y granjeros de la zona. Durante la época vikinga siguió teniendo importancia comercial y además fue punto de encuentro de marineros. Ya en el siglo XVI, en medio de las guerras con Suecia, un incendio destruyó gran parte de la ciudad y comenzó su declive económico.
Cuando se fundó Esbjerg, en 1868, Ribe ya dejó de ser importante, pero gracias a ello se ha conservado mayor número de edificios antiguos de madera del siglo XVI. La visita es recomendable por sus calles empedradas y sus edificios de madera, uno de 1576, la catedral, el Museo Vikingo, una recreación de un poblado vikingo o una curiosa columna que hay en el río y que sirve para medir el nivel del agua, que en 1634 creció 6 metros.
Se acaba la visita cultural y de nuevo un tren nos lleva hasta Skjern pasando por Esbjerg, la ciudad más nueva del país, que nació de la necesidad de un puerto para la exportación de grano, ya que los que había más al sur habían sido invadidos por Prusia. Al llegar a Skjern, montamos la tienda y al sobre, que mañana es otro día.
Skjern – Aalborg
Llegados a este punto, muchos empezarán a dudar si realmente usamos algo la bicicleta. Doy fe de que sí, al menos 700 km. Pero haber planeado tal ruta sólo nos dejaba dos opciones, o recortar trayecto o hacerlo en tren. Y como el objetivo no era pedalear por pedalear, sino conocer el país, cogimos el primer tren de la mañana rumbo al fiordo de Lim. Nos apeamos en Lemvig. En este caso decidimos seguir la ruta de la Margarita. Ya lo habíamos hecho antes, pero sólo en algunos tramos, porque muchas veces da rodeos para que visites muchos más pueblos y el tiempo no estaba a nuestro favor.
Partimos del puerto de Lemvig y siguiendo la costa, entre inmensos prados y campos de cebada llegamos a Struer, donde se encuentra la sede de la conocida marca Bang & Olufsen. No nos pudimos llevar ninguna tele ni equipo hi-fi, así que de nuevo fuimos a la estación del tren, no sin antes habernos dado un baño en la playa de Struer.
En Skive nos apeamos con la intención de seguir en bicicleta pero otro pinchazo, el tercero y en el mismo neumático, nos quitó la ilusión. Aunque era de día, eran las 20 h y en este país todo cierra a las 19 h, no conseguimos una cámara de recambio y no nos quedó otra solución que volver al tren.
Ya de noche llegamos a Aalborg. Como era viernes nos alojamos en un danhostel y nos dimos una buena ducha antes de salir de marcha. Dice el refrán «Allá donde fueres haz lo que vieres», y ni cortos ni perezosos aparcamos la bici delante de la disco. Con las primeras luces del alba volvimos al danhostel. Si bebes no conduzcas ¡en bici! …
Aalborg – Århus
Amaneció temprano, demasiado temprano. Aún así madrugamos y empezamos el día en el Museo del Ejército, que está a un minuto del danhostel. Allí pudimos ver todo lo relacionado con los ejércitos de todas las épocas, desde la edad media hasta este siglo, aviones, coches, camiones, cañones, tanques, trajes, etc. Incluso hay restos de chatarra militar, como aviones caídos por los disparos.
Después de un tranquilo paseo en bici alcanzamos el punto más alto de la ciudad, Lindholm Hoje. Es un parque en el que hay un lago artificial creado para recuperar una antigua mina a cielo abierto y allí también se encuentra la colina donde se asienta un cementerio vikingo, que no es más que una pradera sembrada de piedras dispuestas en forma de barco según dice La Guía Azul.
Se acaba la visita y de nuevo un tren será quien nos lleve al punto más septentrional del país. El viaje lo hacemos en tren, primero hasta Frederikshavn y después en otro tren muy antiguo en el que mayoritariamente viajan turistas y que nos deja en Skagen. Skagen es conocido por sus casas amarillas, sus dunas y su luz, inspiración de muchos pintores nacionales que se asentaron allí para pintar. Aparte de eso es un importante puerto de comunicación con Suecia.
Desde allí seguimos en bici 3 km más al norte. Este punto se llama Grenan. En sus playas nadie se baña, sólo algún loco, porque se generan fuertes corrientes debido a que allí confluyen los mares Skagerrak y Kattegat. Los vientos también son fuertes en la zona y las dunas se mueven de tal manera que ahogan pueblos. Es típico visitar la Iglesia Enterrada, de la que sólo sobresale la torre y que está así desde el siglo XVIII. El resto del pueblo desapareció.
Más al sur, hacia el suroeste concretamente, hay también otro pueblo en el que se encuentra un Faro Enterrado. No pudimos ir, pero por las fotos, parece más impresionante porque por un lado la arena llega a lo más alto y por el otro se puede entrar por la puerta, así que puede ser de más de 5 metros la pared de arena.
Al final de la tarde regresamos a Skagen y en autobús hasta Frederikshavn. Desde allí partimos en tren hasta Århus y de nuevo dormimos en un danhostel.
Si como nosotros decidís salir de noche, llevad el carnet de estudiante si lo tenéis. En el Social Club os dejan pasar gratis si lo enseñáis. El hecho de que sea una ciudad universitaria se nota en el ambiente y los locales están abarrotados hasta las tantas.
Århus – Odense
Nos despedimos de Århus, la segunda ciudad en importancia del país. Su universidad o el arquitecto Arne Jacobsen son referentes a nivel nacional e incluso mundial.
Al igual que ocurría con la Copehaguen Card, en Århus puedes adquirir la Århus Pass, que ofrece facilidades similares como transporte gratuito, visitas a museos, etc. Recomendamos la visita al ayuntamiento (Radhus), obra de Jacobsen que data de 1942, también puedes ir a la catedral (Domkirke), que es la mayor del país, el museo Dem Gamle By que reúne casas de madera de los siglos XVII y XVIII traídas de todo el país, el Museo Vikingo que está en el sótano del banco Unibank, porque en sus bajos se encontraron restos humanos y utensilios durante unas obras en 1946 y entre otras muchas más cosas, también puedes visitar el Museo de la Ocupación Alemana (Besaettelses Musset), que está situado en lo que fue el Cuartel de la Gestapo. Y, como no, también hay un parque Tívoli.
Un tren nos lleva hasta Odense, la tercera ciudad del país. El viaje es largo pero no pudimos disfrutar de un asiento durante todo el trayecto, pues es muy concurrido ya que discurre por una de las arterias de comunicación del país, aun así aprovechamos para dormir un poco. Si vais en tren no olvidéis decir que tenéis bici, porque si no hay sitio para llevarla en los vagones con espacio reservado para bicis y carritos de bebe, por mucho que hayáis pagado un billete, os quedáis en tierra.
Llegamos a Odense, ciudad natal del escritor Hans Christian Andersen, y como es obvio hay un museo en la que fue su casa. Aunque éste no es único museo dedicado al autor del cuento de la Sirenita.
Además hay otros sitios que podéis visitar como la catedral Sankt Knuds Kirke (Iglesia de San Canuto), el Ayuntamiento, el Museo Ferroviario (Jernbanemusset) y el Zoo.
Elegimos un camping para pasar la noche. Está bien acondicionado, pero en domingo y después de las 19 h tiene menos movimiento que el cementerio municipal, así que no queda otra opción que dormir.
Odense – Hillerød
Si el día anterior lo habíamos pasado prácticamente viajando en tren, este no iba a ser una excepción. Sin que sirva de precedente, esta vez nos vimos obligados en parte. La única forma que hay de ir de Fionia a Selandia es cruzando en tren. Así que viajamos hasta Roskilde.
La llegada a esta ciudad era uno de los momentos más esperados del viaje. Antigua capital del reino y tumba de emperadores, en su catedral (Roskilde Domkirke) yacen la mayoría de los monarcas. La catedral fundada en el año 980 por Harald Dienteazul (sí, sí, Bluetooth) fue la primera construida en la isla. Sufrió diferentes reformas y etapas arquitectónicas y desde 1995 es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
La visita al museo de los Barcos Vikingos (Vikingeskibshallen) es imprescindible. Allí hay 5 barcos rescatados del fondo del mar y que datan del año 1000, también se puede ver como se construye un barco de verdad según la tradición vikinga, se puede navegar en un barco, eso si estáis dispuestos a remar, y podéis ver vídeos y restos de utensilios de la época. Si tenéis la Copenhaguen Card la podéis usar en Roskilde, al igual que en otras ciudades del área de la capital.
Después de estos momentos culturales seguimos la ruta en un tren hasta Hillerød. Nuestra idea era hacerlo en bicicleta siguiendo la línea de la costa del fiordo de Roskilde, pero la única vía era una carretera sin arcén y nadie nos supo dar una alternativa. En el mapa tampoco aparecían rutas cicloturísticas ni la de la Margarita, así que muy nuestro pesar, el tren fue la única opción.
Pero las cosas aun se podían poner peor. Para ir hasta Hillerød debíamos hacer Roskilde – Copenhague – Hillerød. En la capital debíamos cambiar de tren y coger un regional. Este cambio lo hicimos en una estación perdida en medio de la nada, y fue tal nuestra mala suerte que el ascensor que nos subía al andén se paró entre dos pisos. No podíamos salir. ¡Solos en medios de la nada y en un ascensor! Por suerte alguna gente se apeó en la estación, pero no nos hacían mucho caso, hasta que al final pudimos hablar con una chica que llamó al servicio de emergencias y una hora después apareció un operario que nos rescató. Habíamos perdido la tarde, así que llegamos a Hillerød y poco pudimos hacer. A dormir que mañana será otro día, esperemos que mejor.
Hillerød – Helsingør
Nos levantamos con buen pie, menos mal. Esta va a ser una etapa tranquila, ya hartos de tanto tren, vamos a disfrutar del trayecto. Como siempre, el terreno es llamo, sólo alguna colina insignificante.
Por la mañana decidimos visitar el Frederiksborgmusset, que está dentro del castillo del mismo nombre. Hay obras de todo tipo y épocas repartidas en varias plantas y los jardines y el lago también se puede visitar.
Continuamos la marcha siguiendo la ruta de la Margarita hasta llegar a Fredensborg, donde aprovechamos para comer e ir a la biblioteca municipal. Al igual que en otras ciudades, es gratis conectarse a internet, así que revisamos nuestros correos y enviamos emails y fotos a nuestra familia y amigos.
Después visitamos el castillo de Fredensborg, aunque sólo fue posible ver los jardines ya que es la residencia de verano de los reyes y sólo abre al público en el mes de julio.
A eso de la 15:30 h llegamos a Helsingør. Al otro lado del puerto se veía el castillo de Kronborg y como a las 17 h cerraban, allí nos fuimos directamente. Este castillo es famoso por Hamlet, personaje que no existió pero gracias a la pluma de Shakespeare dio fama a la ciudad. En sus tiempos la fortaleza defendió a los daneses de sus vecinos de Suecia y hoy en día alberga varios museos, el más interesante quizás sea el Museo Marítimo. También es divertido el paseo por sus mazmorras, que en pleno verano debe estar a unos 10-12º C como máximo. Las paredes son de piedra caliza y es tal la humedad que están completamente mojadas. Si lo visitáis en agosto podéis asistir al festival de teatro que se celebra en la plaza del castillo y en la que, por supuesto, se interpreta Hamlet en danés.
Después de la visita cultural nos dirigimos al camping y allí aprovechamos para cenar. Un pequeño paseo por la ciudad y unas cervezas en el único sitio abierto, una terraza italiana.
Helsingør – Malmö
Atrás va quedando el castillo mientras pedaleamos hacia el sur. Por momentos podemos verla costa sueca al otro lado del mar de Øresund, pero a medida que avanzamos se hace más difusa. El camino discurre a pocos metros del mar, pero el agua está tan contaminada en esta zona que desistimos de darnos un baño.
Unos kilómetros después pasamos por Humlebæk. En esta ciudad está el Museo Louisiana de Arte Moderno, el más importante del país. Hay obras de Marx Ernst, Henry Moore, el grupo Cobra, etc.
En Rungsted descansamos para comer algo. Este pueblo no tiene ninguna importancia, salvo el detalle curioso de que es el pueblo natal de Karen Blixen alias Isak Dinesen, la autora de la novela Out of Africa (Memorias de África). En su casa hay un museo y su tumba está en el jardín.
Más al sur llegamos a Klampenborg. Allí comemos y nos echamos la siesta en la playa de Belevue, una de las más concurridas de la zona y del área de Copenhaguen.
Finalmente estamos otra vez en la capital, pero no por mucho tiempo porque nuestro objetivo final es Suecia, concretamente Malmö. Cruzamos el estrecho en un tren de cercanías y al llegar buscamos el camping más cercano, pero nos dicen que está lejos y que si queremos podemos montar la tienda en el parque.
En Suecia es legal la acampada libre, son tan respetuosos con el medio ambiente que lo ven normal, y como no era nuestra intención ser menos, acampamos cerca de unos árboles que nos protegían del fuerte viento del estrecho. Nos aseamos en unos baños públicos y nos fuimos al centro a cenar y a tomar unas cervezas.
Si Dinamarca es caro, Suecia lo es aún más, dos cañas y una pizza mediana por 40 €. Suecia tiene impuestos sobre el alcohol mayores que en Dinamarca, hasta tal punto que es normal que los suecos vayan al país vecino sólo a beber.
Se acababa la jornada y regresamos al parque a dormir. La tienda seguía allí. La verdad es que o hemos tenido mucha suerte o es que esta gente es de lo más respetuosa que hay. Continuamente dejábamos nuestras pertenencias, bicis, mochilas o tienda en cualquier sitio y nunca nos robaron nada, incluso a veces hasta quedaban las mochilas abiertas o las bicis sin el candado y nunca tuvimos ningún problema.
Malmö – København
Nos levantamos con las primeras luces del día y ya vemos gente paseando y corriendo por el parque, así que comenzamos a recoger todo, pero sin antes ir al baño a lavarnos, aunque no fue posible, estaban cerrados y no nos quedó otro remedio que asearnos con el agua de un grifo que había en una pared exterior de la caseta.
Montamos de nuevo todos los bultos en las bicis y nos dirigimos al centro a desayunar. Desgraciadamente los suecos no conocen el batido Matilde y tuvimos que tomar un batido de cacao que no era ninguna maravilla. Aprovechamos también para dar una vueltecilla por el centro y fuimos a alguna tienda. Hacia mediodía cogimos el tren a Copenhague.
København, 1º día
Al llegar a la capital volvimos al camping de la muerte y nos fuimos a comer. La lluvia nos estaba esperando. Después de 15 días asándonos acabamos bajo el agua.
Decidimos salir por última vez, pero la lluvia hizo un extraño efecto sobre las gentes y no había casi nadie de noche, así que pronto regresamos a dormir.
København, 2º día
Todo lo bueno se acaba. Desmontamos el campamento y nos fuimos al centro. Descanso en el DDC, compras de última hora, regalitos y rumbo al aeropuerto.
Imagen portada de thejensens2013.wordpress.com
Esta ruta recorre Dinamarca, Suecia